24 septiembre 2007

LA VISIONARIA

El señor sacerdote de una aldea inscrita en esta comarca ha tenido á bien hacer llegar á esta ilustrado blog la siguiente información que relata lo sucedido á una pobre vieja.
Según cuenta el siervo del señor en su amistosa correspondencia, la lugareña en cuestión, una vieja viuda desde tiempos de las primeras guerras comenzó una mañana, ya recogida la siega, á decir entre los vecinos de la aldea que Juan el de la Teodora iba á encontrar la muerte en un par de días, junto á una encina, dijo que lo había visto tan claro como su pena.
Se cumplió la profecía de la vieja.
Volvió á repetir la predicción hasta con tres hombres más de la aldea, Perico el de la Fusta, Simón el de José Sal y con Mario el Forastero. Con lo que á la semana y debido á sus aciertos, los mayores de la aldea decidieron reunirse en asamblea y acordaron dar castigo á la vieja viuda en la que vieron reflejada á la gata de Lucifer. Ante la superstición que se gastaban y por el miedo de que á ellos se les diera aviso del mensaje de la guadaña, anunciaron por fin que el día sábado á la tarde se corregiría la actitud de la vieja.
El hecho fue previsto que tuviera lugar el día acordado y en la plaza de la aldea, frente á la iglesia. Allí en efecto se colocó una tarima de madera y una silla. Ya el sábado á la mañana, la expectación por el acontecimiento hizo que se acercaran á la plaza vecinos de otras aldeas que traían sus propios asientos, circunstancia que enfadó á los lugareños que habían tomado sitio en la plaza desde la noche del viernes. Breve altercado tuvo entonces motivo entre los asistentes, pero tras el vociferío, cada cual hizo regencia de su silla y esperaron la llegada de la vieja viuda.

Los más mayores del pueblo habían ido á buscar á su choza á la vieja, quien al parecer, cocía unos garbanzos negros junto a su sobrina.
Sacáronla de allí bajo amenaza de garrote de olivo, ante lo que la vieja viuda no pudo replicar, más aún con la energía gastada por la lágrima.

La concurrencia, en un total de cien almas, aplaudió la entrada de la vieja en la plaza, pálida, ojerosa y abatida, escuchó razones sabias para su castigo y una vez leída su sentencia, uno de los mayores agarró una vara de baladre con orquilla y de seco golpe extrajo de sus cuencas á los ojos de la vieja, no tardó nada el cerdo en comérselos.

La multitud esbozó vivas y gritos á favor de los ancianos y éstos los devolvían á la multitud, quienes de la euforia del momento comenzaron á pegar á la viuda vieja, que atada á la silla, encima de la tarima, no dejaba de sangrar lo que simulaba ser uva recién pisada y á cada golpe, la concurrencia se mostraba más y más exaltada, la sobrina solicitó clemencia en varias ocasiones, pero finalmente el castigo duró una hora y la vieja viuda resulta sólo herida, aunque hoy mismo, ya se encuentra en la agonía.

PALABRA DE HOZ

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