19 noviembre 2007

LA ABANDONARÉ MAÑANA


La abandonaré mañana, cuando el sol deje de hostigar con sazón la tuerca que en breve caerá. Truena estornudos zurdos el cielo y las nubes acompañan como plañideras, esta tarde, en el sepelio del funcionario que ya no necesita antena que le oriente y ninguna de sus novias del chat ha pasado a esta parte de la valla, a contemplar su cuerpo en la caja hincándose a dos metros bajo tierra.

Grita, llora, gime y mastica el fiambre por si le oyen. Late, tiembla, grita para que alguien le saque de la piel que asfixia como bolsa pagada del supermercado rozando con hambruna el cuello. Se para, piensa la manera de endurecer sus puños y salir disparado al gris que a punto está de mojar a sus viudas.

Once días resiste el indómito oficinista sin mojarse los labios acaso con una esponja preñada de agua, eso sí, en dos tardes olvidó todos los recuerdos y quebró la conciencia a la cuarta noche, solo pasadas trece siestas pudo su cadáver comenzar amistad con cucarachas.

En veinte años será cartón y risa del enterrador, el fulano, que acabada la merienda, se tumba a dormir la mona en la mesa de autopsias que utiliza el forense.

No hay comentarios: