Acosa el silencio de los muelles
la madera al desperezarse, el fogón hirviendo baba.
No llega el pan, sólo clavos y escombros para el postre;
te lesionas con cuchillas de rabia infectadas,
descansas en tu sombra, afuera
el resto, eso ajeno que no pertenece a la sosa caústica
que respira tu hacha.
Un poema de Gnomon
la madera al desperezarse, el fogón hirviendo baba.
No llega el pan, sólo clavos y escombros para el postre;
te lesionas con cuchillas de rabia infectadas,
descansas en tu sombra, afuera
el resto, eso ajeno que no pertenece a la sosa caústica
que respira tu hacha.
Un poema de Gnomon
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