22 enero 2013


La fractura diaria y el agotamiento, en finas hebras. 
Estático el pasto de las galguzas entendederas. 
En el escalón de la casa sentado, quieta mi bicicleta
sus aspas blancas con pegatinas quietas. 
El último movimiento de las montañas,
el penúltimo sopor de las fuentes, 
el mañana, al rescoldo de tus labios.

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