02 septiembre 2014

... cuando la historia nos hace jóvenes

A veces pasa que un periodista que no busca una noticia se encuentra con una historia. En invierno de 2009, un periodista caminaba por la aldea moliniqueña de Pinilla. Por costumbre, solía pasear entre los almendros raquíticos por el frío e inspeccionaba el suelo con la ilusión de toparse con un fósil, un hobby sencillo y serrano como cualquier otro, que también valía para anestesiarse de la actualidad. En aquello estaba el plumilla, cuando de pronto vio una piedra negra como la noche. Se agachó a por ella y cuando ya tenía la piedra en la mano, sintió rápidamente que se había topado con el filo de la historia. El periodista que buscaba fósiles había encontrado un hacha de diabasa pulimentada por el ser humano ¿ pero cuándo ?
La pregunta tenía miga y no sería la última. La carta arqueológica de Molinicos ignoraba asentamiento prehistórico alguno en la pedanía, la historia de Pinilla apenas se remontaba un par de siglos y alguna breve mención en los Diccionarios Geográficos del siglo XIX, donde se citaba a la población como Fuente Pinilla. Nada indicaba que aquel lugar no fuera el llano donde unos ganaderos decidieron asentarse hace cientos de años. Lo era, pero tal vez, también era algo más. Las prospecciones prosiguieron  y en sus caminatas, el nuevo aficionado a la arqueología, fue encontrando algún cuchillo de sílex, cantos de ríos trabajados, molinos de piedra y restos de cerámica. Piezas en algunos casos diminutas, como las puntas de flecha, que parecían ser ellas las que encontraban al periodista. Aún recuerda con emoción el día que halló una de las piezas más significativas, una azuela blanca con mechones naranjas y negros. “Igualica a una hoja de almendro cuando se ha secado y está en el suelo”, dice el periodista. Precisamente estaba cogiendo almendra cuando la encontró entre todas aquellas hojas esparcidas. Una pequeña herramienta que nuestros antepasados utilizaban para descortezar los árboles,  eso es lo que encontró en septiembre de 2013.
Fue entonces, tras cuatro años de búsqueda y tras la acumulación de pruebas, cuando supo que podría existir una evidencia. El periodista consultó al arqueólogo José Luis Simón y éste, junto a otro profesor de la Universidad de Alicante, Gabriel García Atiénzar, se desplazaron en junio de 2014 hasta la Sierra del Segura, aquí los arqueólogos analizaron las decenas de piezas y realizaron una prospección en la aldea de Pinilla. Confirmaron que se trataba de un asentamiento aproximadamente de dos hectáreas donde podrían vivir cerca de 20 personas hacia el 2.500 o 3.000 AC. Hacia el final del Neolítico, durante un periodo de transición llamado Calcolítico. Vivían en casas con la planta circular y se dedicaban a cazar, pescar, recolectar y cultivar el grano que necesitaban para moler su propio pan. Aquellas familias cocinaban en pucheros de barro y comían con cuchara de cerámica. Perfectamente asentados y adaptados al entorno, se movían por toda la comarca y conocían otras zonas peninsulares. Conclusiones que los investigadores Simón y García Atiénzar plasmarán próximamente en un artículo en el Instituto de Estudios Albacetenses. Además, en los próximos meses, Molinicos va a acoger una exposición sobre este descubrimiento  y se podrán ver las piezas que este periodista encontró en un lugar bautizado en su imaginación como La Hoya de las Hachas. A veces pasa que el periodista que da una exclusiva  es él mismo  que la protagoniza. 

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