
Hijos hay como tú en el mundo necios que no comprenden lo más evidente, nos une la madera con la que estamos tallados y por las
venas nos corre el mismo serrín. Pero hay algunos, hijo mío, mucho más semejantes al mono. Díme a ver si no, los 15 inmigrantes que se han escondido en el contenedor de un barco que partió de Gaza, a ver si eso no necesita la hábil gimnasia de nuestros antepasados los peludos. Ejemplo es de lo que digo y aún más el festín de 400 personas quemando fotos de monarcas de dinastías en desuso. El mono también salta al contemplar las llamas y el peligro de las ascuas en los pies.
Aún no crees lo que te cuento, pues te dié que el impulso animal corroe igual al débil como al dictador moribundo que concede entrevistas en chándal, lo mismo lame la muerte al mono que al empresario sin valores o al obrero no asegurado. Lo dijo un tal Manrique y lo confirmó un señor llamado Darwin. Somos el despojo de la evolución, que no es poco. Lo que ocurre es que cada cual arrima su sardina a la ascua y si
llegas tarde, te quedas sin ná. Ahora veo que me entiendes.
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